Soberana de Mi Cuerpo

Lunes, 19 de agosto de 2024, en Atenas, Grecia

Musik

Me estoy reconciliando con los hombres cis hetero para reconectar con mi energía sexual. Estoy empezando a sentir. Palpita mi vulva con amor y aún con miedo. Me susurra al alma su historia en cada pulso; su verdad desnuda con esperanzas y heridas. Sabía que en su pulso estaba la fuerza. Mi faro de existencia me devuelve la energía masculina que tanto necesitaba para llevarme a nuevas alturas.

Te miré, papá; los miré, hermanos, y a cada uno de los hombres de los que me dejé penetrar. Hasta hoy, siete.

“Prometer y prometer hasta tanto meter; después de haber metido, nada de lo prometido.” “Si te casas virgen, le empeñaré los huevos a tu pai’ y te haré la boda más grande con tu traje blanco de princesa.” “Recuerda ponerte el candado, que solo yo tengo la llave y la entregaré a tu marido el día de tu boda.”

No podía libremente dejarme penetrar. Ser yo la presa del deseo carnal. Ser yo “la cosa” reducida al cuerpo para ser consumida, eyaculada y desechada. Sentirme sucia y arrepentirme de haber roto el candado, cuya promesa con mi madre era, en realidad, un pacto de sumisión, para renunciar a mi soberanía, poder y libertad.

Dejé de ser yo el objeto que miraban en ellas, cada una de las mujeres que entraron a mi casa. “Tú ves a esa mujer que está ahí, esa mujer yo me la voy a tirar. Nunca seas como ella”. Para luego abrazarla, besarla y acariciarla frente a mí. Ni pensar que fuese yo aquella mujer desnuda, cuya foto tomaron sin consentimiento mientras dormía, para luego venerar su hombría por habérselo metido a una más.

Así se bandeaba la cosa, entre réplicas inconscientes del linaje femenino y masculino que sumergieron en la sombra mi energía sexual. No estaba silente, pero sí presa; presa del miedo, de la culpa y de la vergüenza.

Con tanta creatividad, y sin haber aprendido a conectar con lo sagrado, mi templo, mi santuario, comencé a autoerotizarme compulsivamente. Solo yo podía darme placer. La vergüenza y el tabú se habían convertido en mi raíz y en mi semilla, al punto de que, de niña, era necesario confesar con el cura las veces que me tocaba. Que lo supiera todo, para estar menos cerca del infierno y para que llegara a mi vida ese hombre que cumpliera su promesa de penetrarme y nunca dejarme ir. Ser vehículo para generarle placer a otro y una máquina reproductora. Dejar de ser fiel a mí.

Cuánto de esto aún corre por nuestras venas, aun siendo los más abiertos y menos juiciosos, pero para el mundo y no para nosotrxs. Todavía la sexualidad sigue siendo un tabú. Todavía existe un “body count”. Todavía persiste la creencia limitante de que solo hay una sola forma de amar: entre hombre y mujer, y no entre ser humano y ser humano. Todavía el sexo se queda solo en el cuerpo, reducido a orgasmos como único propósito, o a no sentirlo jamás, como muñecas de titiritero. No hablo, no siento, no digo lo que quiero. No me miro mis genitales, no les hablo, no los toco; no defino si me gusta suave, duro o más lento; no me conozco.

¿De dónde viene tanto miedo? Mirar adentro para mirar afuera. Ahora puedo decir: ahora lo veo. Honro sus historias y reclamo mi sagrado derecho de hacerlo diferente. Y palpita, palpita mi vulva mágica y sagrada. Solo yo decido quién sale y quién entra. No es ella una promesa del otro, es mi regalo, es mi tesoro que palpita al compás del destino.

Su propósito es descubrir y encontrar el sentido que da vida a mi cuerpo. ¿A dónde va ella? A veces su viaje es amar, sanar heridas abiertas, abrirme caminos, crear y ser mi mayor fuente de energía, poder y libertad.

Mami linda. Vulvi grandiosa. ¡Qué grande eres, preciosa!

Amándote con intensidad,

Lali.

Aquí te dejo algunos mantras para honrar la fuerza, la capacidad creativa y la conexión sagrada, tanto divina como natural, con tus genitales. Permítete mirarte frente al espejo desnudx, respira lenta y profundamente, y simplemente acaricia tu genital mientras repites este mantra:

 

Seres humanos con vulva:

 

Fuente de vida, portal sagrado,

poder creador en cada ser amado.

Raíz de mi esencia, en ti confío,

de tu energía infinita, me nutro y me guío.

Reclamo mi poder, sano mi herida,

abierta al placer, a la sexualidad

consciente y a la vida.

Te admiro y honro, templo divino,

en ti encuentro belleza, amor y destino.

Con gratitud y respeto, me abrazo completa.

A tu poder sagrado, mi ser conecta y despierto…

despierto en PODER.

Rompo el silencio, mi voz resplandece,

Sin miedo, culpa ni vergüenza,

expreso lo que mi ser merece.

 

Seres humanos con pene:

 

Pilar de vida, fuerza sagrada,

semilla del cosmos en ti es guardada.

Portador de poder, energía creadora,

en tu esencia vital, la luz se atesora.

Reclamo mi poder, sano mi ser,

dejo atrás las cadenas, dispuesto a renacer.

Libero la masculinidad que me ha limitado,

abrazo la suavidad, en amor transformando.

Consciente y equilibrado, fluye el placer,

en unidad sagrada, sexualidad y SER.

2 Respuestas

    • ¡Gracias por leerme! Este tema del lenguaje del amor es un asunto a profundizar para nutrir nuestras relaciones. Tanto con lxs hijxs, como con la pareja. Amistades, familia… todos tenemos nuestro lenguaje del amor.

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